jueves, 29 de julio de 2010

A. Jones: "True and False Democracy"

"True and False Democracy"
American Sentinel 12, 44 , pp. 691, 692. {November 11, 1897 ATJ, AMS 691.1}

La filosofía de Jefferson, al que se hace alusión en otra columna, no debe entenderse como sinónimo de socialismo, comunismo, etc, las cuales se han vestido con el manto de la democracia en la actualidad. El principio de la verdadera democracia es el principio de la Regla de Oro. Es el principio de buscar el bienestar de los demás por igual a la de nosotros mismos. Es el principio del desinterés.
Hay un sentido en el que el cristianismo, como la encarnación de los principios del gobierno de Dios, es sinónimo de democracia "gobierno del pueblo, por el pueblo, y para el pueblo." Porque en el gobierno de Dios, no se hace nada sin la aprobación de la gente, si Dios mismo es el gobernante supremo. Todo se hace para el pueblo y por el pueblo, en la medida por lo menos de su consentimiento y aprobación voluntaria. Es para asegurar este consentimiento voluntario y la aprobación de sus inteligencias creadas en lo que él ha hecho hasta ahora, y lo que hará hasta el fin del mundo, que el Todopoderoso llevará a cabo un juicio final. En esa investigación, él mismo será juzgado por igual con el más humilde de sus súbditos que ha vivido en la tierra. Y entonces, cuando todos los hechos sean dados a luz a la vista de todos, y la luz de la verdad sea visto de lleno a todos su trato con la humanidad; la humanidad y los ángeles acordarán manifestando su aprobación.
El juicio ofrece la mayor prueba posible de que se trata de un principio fijo del gobierno de Dios el no hacer nada sin la aprobación voluntaria de sus súbditos.
El carácter real de la que presume de ser la democracia puede ser probado por el principio del desinterés. El socialismo dice: Lo que es tuyo es mío. El cristianismo, en cambio, dice: Lo que es mío es tuyo. Hay un mundo de diferencia entre estos dos sentimientos. Representan los principios que son tan dispares como la luz y la oscuridad.
La forma mejor y más alta de la democracia se encuentra sólo en el cristianismo. Es el cristianismo lo que el mundo necesita, cristianismo para los hombres de trabajo, para adecuarlos a una actitud altruista hacia sus empleadores y del uno hacia el otro, y cristianismo para los hombres de la riqueza, para traer un cambio similar en su actitud hacia sus semejantes. La aplicación del principio de desinterés en los tratos de los hombres entre sí, resolvería todos los problemas de trabajo y capital en un solo día.
Pero mientras el principio de egoísmo se manifieste en estos tratos, estos problemas seguirán sin resolverse, a pesar de todas las medidas que puedan ser elaboradas por todos los trabajadores combinados, los fideicomisos, y otras organizaciones similares en la tierra.
El cristianismo-la aplicación del principio de desinterés de la vida individual, no es un sueño utópico. Es una realidad divina, creado por su autor justo en medio de todo el egoísmo insensible de la tierra, y uno que todos puedan conocer. Vamos a trabajar en su difusión entre los hombres, y para anunciar el día en que llegue a ser universal en todo el mundo